Durante la última
estancia veraniega a Navalmoral que realizamos el pasado año, me contrarió muchísimo
comprobar el mal estado en que se encuentra la zona de baños de la vega del
Cincho. Es un tema que desde el mismo regreso a Premià tenía pendiente de
plantear y comentar. Creo que ahora, que empieza a prepararse la próxima
canícula, cobra de nuevo todo el interés.
Me explico. Uno
de aquellos tórridos días del agosto de 2013 Yolanda y yo nos acercamos como
hacíamos antaño al Cincho para darnos un baño plácido y tranquilo, lejos de las
masificadas gargantas veratas; un rincón cercano al puente en ruinas sobre la Garganta
de Cuartos que recordábamos muy adecuado para pasar una agradable jornada
veraniega en familia. Sin embargo nuestra sorpresa fue mayúscula cuando
hallamos el entorno absolutamente abandonado. Aun así, nuestro ánimo no decayó
y aunque con cierta dificultad logramos encontrar un bello rincón donde
refrescarnos del sofocante calor y disfrutar a la sazón de la naturaleza. A
pesar de ello, me desilusionó mucho el estado en que estaba todo aquello.
Recuerdo que años
atrás, la vega del Cincho había sido lugar asiduo de muchas familias y de
colectivos arañuelos, como el Centro Excursionista del Campo Arañuelo (CECA)
entre otros. Tuvimos muy buenas y entrañables vivencias en aquellos lares. Pero
debo reconocer que me sorprendió y molestó muchísimo el estado de abandono
total en que se encuentra hoy día (verano de 2013) el paraje en cuestión. Por
lo que pude comprobar, no es sólo una sensación particular mía o de mi mujer, sino
más bien que hay descontento entre los más asiduos del lugar. Ejemplo de ello
son las quejas que en su día subió a facebook Javier Paniagua a través de la
página de “Jacha, Jigo, Jiguera”, por cierto a mi parecer una excelente
iniciativa.
No alcanzo a
entender por qué se ha llegado a tal deterioro de este antaño bello rincón,
aunque comprendo que será muy difícil que álguien, cargo o institución, tomen
cartas en el asunto. Pero como ya he expuesto en diversas ocasiones en las
colaboraciones en las páginas de HOY Navalmoral que tan amablemente me permite
el corresponsal en Navalmoral y responsable de su edición, mi buen amigo Miguel
Ángel Marcos, el de la Vega del Cincho no es el único caso que encontramos en
nuestra comarca (aunque el Cincho pertenezca a Jarandilla de la Vera, lo
considero en parte Arañuelo por su cercanía a nuestra comarca y porque siempre
ha sido frecuentada por las gentes de Navalmoral, Talayuela y otras poblaciones
arañuelas).
No me cansaré de
insistir en lo ilógico e incoherente de realizar unas inversiones –mayores o
menores- económicas y humanas para después pasar de mantenerlas y dejarlas caer
en el mayor de los olvidos a los pocos años de haber actuado sobre éstas,
echando al traste con el esfuerzo y las ilusiones de mucha gente en pro del
desarrollo de las potencialidades turísticas y medioambientes del Campo
Arañuelo. Lamentables ejemplos de ello son a mi entender infraestructuras,
iniciativas y parajes como el conjunto medioambiental del parque natural de
Talayuela; el merendero junto al puente del Tiétar en el Pinar del Moreno,
también en el término municipal talayuelano; muchos de los tramos de la Red de
Senderos del Arañuelo, la Jara y Los Ibores creada por Arjabor (a excepción de
algunos itinerarios que sí se han mantenido); el inicial Museo del Tabaco
creado en 2000 en la propia sede de Arjabor (a ver si se cumplen las
expectativas creadas recientemente con el derribo del antiguo edificio de La
Gota y el flamante proyecto de nuevo edificio multiusos con la recuperación,
ampliación y mejora del citado Museo del Tabaco), o el conjunto
histórico-arquitectónico de Belvís de Monroy, sobre el que también me he
referido detalladamente meses atrás en la edición impresa de Hoy Navalmoral.
Afortunadamente
no todo va a ser negativo y también hay ejemplos positivos como el Centro de
Interpretación del Parque de Monfragüe, en Toril; el Parque Ornitológico en
Saucedilla, o las recientes mejoras introducidas en el entorno de la columnata
romana de Augustóbriga, entre Peraleda de la Mata y Bohonal de Ibor, conocida
popularmente como “Los Mármoles”. Aunque el absurdo de la doble valla en el
puente sobre el embalse de Valdecañas, empujando a peregrinos, senderistas y
demás transeúntes a cruzarlo por la calzada “para mayor seguridad” según dicen las
autoridades “competentes”, haya emborronado un poco la positiva actuación
llevada a cabo hace tan sólo unos meses.
Pero volvamos a
la zona de baños del Cincho. Nunca tuvo una infraestructura elevada ni se han
realizado grandes actuaciones y no se trata de hacerlas ahora tampoco. Sin
embargo, sí sería interesante plantearse una sencilla actuación de
acondicionamiento de la zona, mejorando el camino de acceso –más bien
recuperarlo ya que casi se pierde- que se inicia junto al puente en ruinas, delimitando
una zona de aparcamiento al inicio del mismo e impidiendo el acceso motorizado;
desbrozando el entorno para que se pueda permanecer de una manera agradable, e
incluso se podrían instalar cuatro mesas y bancos. Y, por supuesto, se debería
estudiar el sistema de represas creado aguas arriba de la garganta que ha dejado
el caudal al paso por el Cincho en los mínimos. Todo ello permitiría recuperar
una zona de baños, ocio y descanso de carácter familiar, que no crearía ninguna
competencia a las masificadas y turísticas gargantas veratas, y que daría una
alternativa atrayente a las familias del entorno para pasar sus jornadas
estivales de manera agradable y tranquila. Adicionalmente se podría recuperar
el chiringuito e instalaciones adyacentes que llegó a funcionar como
bar-restaurante hace unos años frente a la poza más grande, la que está más
cercana al puente en ruinas y al camino rural que resigue el canal de riego,
dando la opción a algunas personas a tener una posibilidad de ganarse la vida
dando servicio a los usuarios y visitantes del entorno.
Evidentemente no
se trata de hacer un macro-complejo. Sino más bien de una pequeña, sencilla y
modesta actuación que permita recuperar un paraje que antaño sirvió a las
poblaciones del entorno como lugar de descanso y recreo por un lado, y por otro
ir confeccionando una red de pequeños espacios naturales que en su conjunto configuren una completa y
variada oferta medioambiental y turística del Campo Arañuelo de manera sostenible
y coherente.
Juan Carlos Moreno, a 10-5-14
El Cincho era un lugar increíble, con helechos, pinos, solanáceas y los pececillos que arrancaban la piel muerta a mordiscos. Dejarlo perder de esta manera es lamentable, creo que muchos niños (y mayores) podrían disfrutar comiendo en esa zona, jugando en la zona aledaña y nadando en las aguas frescas y tranquilas del río.
ResponderEliminarComo decía, una verdadera lástima...