En la radio de mi
tocadiscos suena Sweet Home Alabama, el tema mítico creado en 1974 por la banda
rockera estadounidense Lynyrd Skynyrd... y como cada vez que la escucho, mi
mente se transporta como un acto reflejo hasta un pequeño local, de paredes
escarchadas de ocre, bancos de tronco de madera oscura curada y barnizada, y
tocones de grueso árbol a modo de mesas, aderezado todo con detalles trivales y
una diana electrónica presidiendo la pared del fondo. Al lateral, una larga
barra tras la que siempre atento y displicente Juan Pedro atiende a la
clientela con esmero y un buen hacer aplomado por los ya más de veinticinco
años de servicio al frente del Itaka.
El Itaka,
escenario y banda sonora de muchas noches de disfrute junto a mi mujer Yolanda;
noches de cañas y cacharritos; campeonatos de dardos y encuentro con los
amigos; lugar de reunión del grupo de alta montaña del CECA y lugar de parada
obligada en carnavales, para sanmigueles, navidades y fin de año. Y también
para tomar una copa de terraza en las noches de verano.
El Itaka, un
viejo corral en los aledaños del peatonal de Navalmoral de la Mata,
reconvertido a finales de los años ochentas por Juan Pedro Carrasco y su
hermano Toñi en establecimiento de copas, es uno de los locales más
emblemáticos y longevos de lo que se llegó a conocer como la Marcha Morala,
crecida bajo la influencia de la Movida madrileña nacida en la capital en los
años renovadores de Tierno Galván al frente de la alcaldía madrileña.
En la terraza nocturna del Itaka. Foto: Yolanda Fernández |
Estábamos
saliendo de los primeros pasos de la transición del franquismo a la democracia,
el socialismo había alcanzado el gobierno de la nación, las autonomías se
habían constituido ya y Extremadura comenzaba a avanzar al empuje del entonces
presidente Juan Carlos Rodríguez Ibarra. En Navalmoral, el socialista Javier
Corominas lideraba el proyecto transformador del municipio que vivía unos
tiempos de gran vigor con una Central Nuclear de Almaraz pujante, la apertura
del Hospital comarcal Campo Arañuelo como nuevo impulso de crecimiento y con la
relevancia de los institutos moralos de enseñanza media Augustóbriga y
Zurbarán, que acogían a los escolares de Bachillerato y Formación Profesional
de la comarca. Hacia finales de la década de los 80 del pasado siglo,
Navalmoral era cabecera de partido judicial de más de 40 municipios y se había
convertido en la ciudad de servicios e influencia de las comarcas de su
entorno: Campo Arañuelo, Los Ibores y La Vera.
Esa notoriedad
que ya era muy acuciada de día, fue prolongándose también a las noches moralas,
y con la expansión urbanística de Navalmoral hacia el oeste, entorno a la zona
de nueva creación de la Serradilla y más concretamente aprovechando la nueva
calle del Puerto Carrales, se fue generando un área de animación nocturna en la
que proliferaron pubs, bares de copas y semidiscotecas, llegando a adquirir tal
relevancia que obtuvo la denominación popular de "Calle de la
Marcha", "Puerto de la Marcha" e incluso "La Movida
Morala". Fueron establecimientos que calaron fuerte entre la población,
ávida de distracciones nocturnas; locales que llegaron a ser muy queridos y
populares, como el Street (posteriormente Versión Original); el Blues del
Autobús (todo un símbolo de la época, que cerró ahora hace dos años); el Film
Factory, o el Look, que nació como bolera en la que se servían sandwiches y con
una pequeña pista de baile, para después convertirse en pizzería, y con el
tiempo en restaurante de referencia, mostrando una encomiable capacidad de
adaptación a diferentes estilos a lo largo de los años, siendo uno de los pocos
locales que todavía se mantiene en aquella "calle de la Marcha".
Pero la movida
morala no se circunscribía a la calle del Puerto Carrales, sino que se fue
extendiendo a otras zonas para dar respuesta a las necesidades, usos y hábitos
de la nutrida juventud y población adulta que poblaba las calles durante las
noches moralas, tanto en verano como en invierno. Así, en el entorno del
peatonal surgieron locales emblemáticos como el ya citado Itaka, el Abuelo (en
el que echamos una buena cantidad de noches conversando con Luis Serrano, uno
de sus propietarios), y algo más tardano el Canterville. Oferta que se completó
durante aquella época por otros locales habituales como el karaoke del Mármara;
el Templo, el Toíto, el Trazos, el Globo, Al´Yamil, Bufón, Bloc, El Hueso o la
discoteca Zódiac. Mención especial merecen también el Paco Micro (en la avenida
San Isidro), local de éxito de uno de los pinchadiscos-diskjockey más carismáticos de la
época en Navalmoral, y el Nivel II, que albergaba a los más trasnochadores, en
la zona de la variante de la Nacional V, entre otros.
Eran tiempos de
pujanza, de crecimiento bastante generalizado... de jueves social. Era el día
en que los estudiantes de la comarca que habían estado en los institutos
moralos durante la semana preparaban las maletas para volver a casa por el fin
de semana y la tradición marcaba la salida nocturna para celebrarlo. Navalmoral
y sus gentes siempre han sido abiertas y acogedoras, con una relación social
muy fuerte y las noches de la Marcha eran un complemento esencial, vital de la
ciudad.
Los años han
hecho evolucionar todo y, afortunadamente, nuestros pueblos y comarcas han ido
creciendo en servicios e infraestructuras, y prácticamente cada cual tiene sus
zonas de animación nocturna, por lo que la movilidad es menor y la movida
morala ha quedado para uso más local.
Al relente de las
noches, testigo de toda esta evolución de los años, pero impertérrito al paso
del tiempo cual si fuera aquel primer día de hace ahora más de un cuarto de
siglo, ahí sigue el Itaka abriendo sus puertas cada jornada, bandera de aquella
movida morala, para seguir ofreciéndonos lo mejor de las noches de Navalmoral.
Y mientras, yo seguiré escuchando Sweet Home Alabama y recordando con afecto
aquellas noches de Marcha Morala.
Juan Carlos
Moreno, 18-11-15