Ruinas de San Gregorio (Iglesia de Santa María de la Mata) Foto: Yolanda Fernández |
Cuando desde
Navalmoral tomamos la carretera hacia Peraleda de la Mata y Guadalupe, una vez
pasado el enlace con la A-V, a unos cientos de metros y a mano izquierda, muy
cerca de la calzada, destaca una torre campanario y algunos muros aledaños en estado
ruinoso, en el que sus únicos moradores son desde hace algunos años una decena
aproximada de cigüeñas. Son las ruinas de San Gregrorio.
Se trata de otra
de las edificaciones medievales con mayor valor histórico de la zona y que se
mantiene en el más absoluto de los olvidos, a pesar de estar tan a la vista de
miles y miles de personas en su caminar o circular dirección a la vecina
Peraleda de la Mata o de paso hacia las comarcas de Los Ibores, Las Villuercas
o la puebla de Guadalupe.
A simple vista
parecen unas ruinas sin más, como tantas otras jalonan el paisaje extremeño,
pero para la historia del Campo Arañuelo tienen un significado especial. En su
día, allá por el s. XIV, estos muros fueron la flamante Iglesia de Santa María
de la Mata, sede y cabecera del Concejo de la Campana de la Mata, una institución
medieval promovida por la Iglesia, que tuvo una función cívico-religiosa a especie
de organización mancomunal de las aldeas de la zona (en principio Santa María,
Navalmoral, Valaparaíso, Torviscoso y Malhincada, a las que se sumaron más
tarde Millanes, Talayuela y Peraleda de la Mata). Una organización que despareció
para siempre con la Desamortización de Madoz en 1855.
Las ruinas de San
Gregorio pertenecen actualmente a Peraleda de la Mata y salvo el vallado que
delimita la finca de Valparaíso con la carretera nada protege estas ruinas, de
las que quedan apenas la torre y algunos muros de la portada principal y del
ábside, sobre los que viven afincadas prácticamente todo el año una pequeña
colonia de cigüeñas. Ni un triste cartel indicador referenciando la naturaleza
del edificio y la importancia histórica que alberga.
Evidentemente no
se trata de una reivindicación nueva ni original sino de algo que es latente en
el tiempo, como puedo comprobar al repasar el estudio “Estado del patrimonio
artístico y arqueológico en las comarcas del Campo Arañuelo, La Jara y los
Ibores” que presentó el historiador y arqueólogo moralo Antonio González
Cordero en los V Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo (1998). Ya
entonces, en el estudio realizado en colaboración con la Asociación de
Arqueología “Ausgustóbriga”, González Cordero recomendaba un “programa de
consolidación, limpieza y puesta en valor de edificios religiosos aislados” en
la zona, “especialmente el de Santa María de la Mata, edificio de importancia
histórica para la Campana de la Mata”, considerando “necesaria la creación de
una pequeña infraestructura de mantenimiento y la instalación de carteles informativos”.
Pues eso, como en
muchos casos, ha pasado el tiempo y nada de nada. A seguir perdiendo
patrimonio. Con lo simple que sería la consolidación de las ruinas –compatibilizando
el hábitat de las cigüeñas como en tantos otros edificios extremeños-, una
adecuada protección para evitar visitas indeseables y añadir una buena
información arqueológica, histórica y natural del paraje, para conocimiento y
mejor disfrute del visitante.
Juan Carlos Moreno, a 22-7-14
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