Luce una espléndida mañana de primavera. El sol brilla alegre
sobre Valdecañas. Invita al sosiego y al disfrute profundo e intenso de la
Naturaleza, ésa que explota en toda su magnitud a pies del Mar de Extremadura.
Recostados sobre los milenarios
“Mármoles de Talaverilla” seguimos con la mirada la cautivadora silueta de una
cigüeña que cruza elegante el limpio cielo en busca de sustento para sus
polluelos que ya asoman la cabeza en los nidos construidos sobre las ruinas de
la Iglesia de Santa María de la Mata, origen de la comarca del Campo Arañuelo.
Unos metros más abajo un somormujo vuela rasante sobre la superficie calma del
embalse hasta reposar en su plateado manto que brilla como si no tuviese que
volver a hacerlo nunca más. En la ribera, de levante a noreste, la rica dehesa
arañuela viene a hincar sus raíces en esta basta extensión de agua, donación
del Tajo para el desarrollo de las gentes y pueblos de la zona. Y al norte,
presidiendo el espectáculo, las impresionantes cumbres de Gredos aún nevadas.
Ante tal magnificencia natural el mundo
parece detenerse y una profunda sensación de placidez, satisfacción y felicidad
embarga mi espíritu.
Todo ha cambiado y nada lo ha hecho desde que hace casi veintitrés
años vimos por primera vez este espectáculo y descubrimos esas cinco columnatas
que nos recuerdan que un día, unos dos mil años atrás, formaron parte del foro
romano de la ciudad de Augustóbriga, la más importante del Imperio en la zona;
que posteriormente allí creció un pueblecino que se llamó Talavera la Vieja
(Talaverilla) y que a principios de los años 60 del siglo pasado contribuyó al
futuro con la inundación de sus tierras y su historia bajo las aguas del
embalse que ahora debe ser fuente de vida para tantas y tantas gentes del
nordeste de Extremadura y del Arañuelo toledano.
Gozosos por esos excelentes instantes vividos decidimos redondear
la especial jornada con unas buenas raciones de oreja, ibéricos y bravas en el
bar Manzano, establecimiento regentado por el talaverino José Luís y
el bejarano Higinio en la Plaza Vieja de Navalmoral y parada obligada para
cuantos deseen disfrutar de lo auténtico. Todo un gozo.
Juan Carlos Moreno, a 15-4-12
Lo mejor q has comentado es lo del Manzano, jejeje
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