domingo, 30 de noviembre de 2014

UNAS MIGAS LLENAS DE SABOR A TIERRA EXTREMEÑA

Cae incesante el temporal de Levante en la costa barcelonesa. Recogidos en casa, sentados a la mesa junto a nuestros hijos, hoy nos hemos dado un homenaje culinario y una ración de nostalgia.

¡¡¡ Cómo sientan las migas!!! A 850 kilómetros de Navalmoral, saben de maravilla y nos llenan los sentidos de recuerdos gratos y añorados. Las migas que comparto en familia nos inundan de ese aroma llano y sencillo a tierra extremeña; a su rudeza y belleza radicales, a la afabilidad y hospitalidad de sus gentes.

Las migas, además de una reminiscencia gastronómica de nuestra cultura, son el recuerdo de un pan puro (para nosotros, del de Millanes, a ser posible); de una cabaña porcina y una tradición ganadera de primera calidad que nos llega en tiras de panceta y tacos del mejor de los chorizos de matanza, y del sabor intenso y particular de nuestros cultivos pimentoneros. Pero sobre todo, son la herencia de la pasión y del amor puro y directo de una población arraigada a su tierra como es la gente arañuela.

Y son también un puente al recuerdo de nuestros años en Navalmoral. Las migas son tierra y sabor, son dehesa y olor a encina; son reunión familiar y de amistad. Las migas son los sábados de cañas y son fiesta popular; son carnavales y son romería, y son manjar que Miguel nos ofrece con aprecio en el Mesón Extremadura desde hace muchos años ya.

Imbuido en tan gratas sensaciones, la tarde dominical avanza apacible en casa mientras fuera el temporal arrecia a orillas del Mediterráneo. Entretanto, el sabor a tierra extremeña de las migas sigue impregnando cada rincón de nuestros sentidos. 

Juan Carlos Moreno, 30-11-14