viernes, 28 de agosto de 2020

SANIDAD, INVESTIGACIÓN Y FORMACIÓN, UN TRINOMIO ESENCIAL PARA NUESTRO BIENESTAR

EL COVID-19 NOS RECUERDA EL PAPEL FUNDAMENTAL DE NAVALMORAL EN LA ERRADICACIÓN DE LA PANDEMIA PALÚDICA EN ESPAÑA


En la actual situación de especial gravedad a nivel mundial como consecuencia de la pandemia del Covid-19, con importante afectación también en Navalmoral y comarca, hemos descubierto que somos más vulnerables de lo que nos creíamos. Que las cosas no vienen dadas porque sí y que el bienestar de nuestras vidas se ha forjado con el esfuerzo de mucha gente a lo largo de los años en luchas por incrementar nuestros derechos y libertades. Pero también y de manera muy determinante gracias a la dedicación, entrega y tesón de numerosos científicos, investigadores, médicos y personal sanitario y auxiliar, que a lo largo de los tiempo han ido mejorando de manera significativa las condiciones de salud de nuestra sociedad, dotándonos de más adecuadas herramientas para afrontar enfermedades y ganar en calidad de vida. Una labor de la que, lamentablemente, solemos acordarnos sólo cuando nos duele algo.

Recomendaciones a la ciudadanía del Instituto Nacional
Antipalúdico. (Foto cedida por familia Lozano Olivares).
Ahora que las conversaciones a pie de calle transmutaron del fútbol o la política a la epidemiología; que cambiamos nuestra atención de las estrellas del deporte, la música o la pantalla hacia nuestros excelentes científicos -incluso algunos convertidos en virales de las redes sociales (quién no ha oído hablar por ejemplo de Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, cosa harto impensable hace tan sólo unos meses); ahora que se ha hablado extensamente de la Sanidad Pública, la Investigación y la Educación, y de su futuro, y que ha quedado meridianamente claro que se precisa de una decidida apuesta por éstas, tanto en recursos como en amparo, supervisión y titularidad públicas, vamos a ver si se traduce en realidades y no nos olvidamos de todo ello a la que empecemos a girar de nuevo a todo trapo.

El caso es que de estas circunstancias Navalmoral sabe mucho -o debería, por experiencia-, ya que no en vano estuvo en primera línea de uno de los hitos de la salud pública nacional más importantes del siglo XX, como fue la erradicación del paludismo en España, una pandemia endémica arrastrada durante siglos y cuya lucha tuvo en Navalmoral y comarca uno de sus grandes referentes, no solo a nivel nacional sino internacionalmente.

De Izq. a Der.: Rafaela, Josefa, Paquita (ATS) y Felicidad.                       
(Foto cedida por familia Lozano Olivares).
Haciendo un simple paralelismo -aún con muchos matices- entre lo que nos está tocando sobrellevar hoy día y lo vivido en las comarcas del valle del Tiétar durante la primera mitad del siglo pasado, quizá seamos capaces de valorar en mejor medida a aquel esforzado grupo de científicos, investigadores, médicos y sanitarios, que junto a sus colaboradores y ayudantes, y bajo la dirección del Instituto Nacional Antipalúdico de Navalmoral, trabajaron durante décadas con perseverancia hasta alcanzar la erradicación del paludismo en nuestro país.

Precisamente, este 26 de agosto (2020) se han cumplido 100 años de la constitución de la Comisión para el Saneamiento de las Comarcas Palúdicas; hecho que se puede considerar el inicio oficial de la lucha para la erradicación del paludismo en España.

A partir de la creación del primer dispensario y del experimento fundacional llevado a cabo en Talayuela en 1920 -que recogía los importantísimos trabajos y estudios previos realizados en la zona desde principios de siglo- y especialmente tras la creación del Instituto Nacional Antipalúdico en 1925, Navalmoral fue hasta bien entrados los años 60 del siglo pasado punto clave y referente internacional de investigación y formación científica y médica en la lucha contra una enfermedad que había castigado de manera lacerante a tantas regiones españolas durante siglos y que aún en la actualidad sigue matando a cientos de miles personas en el mundo cada año.

Muestra de ello es que en 1943 todavía se notificaron en el país cerca de medio millón de enfermos, mientras que en 1955 fueron 500 casos y en 1961 se registró el último caso de paludismo autóctono en España. La erradicación certificada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) se alcanzó en 1965.

Como ha quedado patente con la irrupción de la pandemia del Covid-19, sanidad, investigación y formación constituyen un trinomio esencial para el desarrollo del bienestar de nuestra sociedad. La arquitectura médica, científica y educativa que se construyó en Navalmoral y su área de influencia en torno al Instituto Nacional Antipalúdico fueron un claro ejemplo de esa importancia y trascendencia.

Sin embargo, y de manera incomprensible, aquella gesta cayó prácticamente en el olvido durante las décadas posteriores, tanto por el desmantelamiento del Instituto Nacional Antipalúdico, como por el ostracismo al que le sometieron las autoridades del momento. De hecho, de todo el patrimonio material e inmaterial que nos legó a Navalmoral y comarca, más bien poco queda. El paso del tiempo, una memoria perezosa y unas instituciones en su día cuanto menos poco preocupadas por su pasado y su patrimonio resultaron un cóctel letal.

A pesar de la profunda marca que dejó entre la población, desde su cierre en 1964 hasta finales de siglo poco o casi nada se hizo para mantener su memoria, ni respecto del Instituto Nacional Antipalúdico, ni sobre la ardua tarea llevada a cabo por médicos, científicos, investigadores y personal asistencial, muchos de ellos vecinos de Navalmoral o de las poblaciones vecinas.

    (Foto cedida por familia Lozano Olivares).                                                 
Ya a finales de siglo, el Dr. Álvaro Lozano Olivares, eminente epidemiólogo y científico, miembro del equipo de la OMS para la erradicación de la polio, e hijo del que fuera parte decisiva en la erradicación de la pandemia en nuestro país y director del Instituto Nacional Antipalúdico de Navalmoral (desde 1939 hasta su fallecimiento en 1960), a su regreso a la ciudad morala trabajó por recuperar y poner en valor la memoria de la lucha antipalúdica. Así, tras unas primeras participaciones en las ediciones de 1995 y 1997 de los Coloquios Histórico-Culturales del Campo Arañuelo y en estrecha colaboración con la División Editorial de PubliSher, en 1998 publicamos el libro biográfico sobre su padre "Vida y Obra del Dr. Álvaro Lozano Morales. La aportación de un extremeño en la lucha y erradicación del Paludismo", un impresionante documento humano, divulgativo e histórico cuyo interés fue reconocido por parte del mundo científico. Con posterioridad, apenas algunas reivindicaciones individuales y la dedicatoria de la edición de 2002 de los Coloquios a la lucha antipalúdica; hasta que en 2015 pusimos en marcha la Iniciativa del Retiro de Carlos V al fin del paludismo en Extremadura.

(Foto cedida por familia Lozano Olivares).
Inspirados en el referido libro sobre los años centrales del Instituto Antipalúdico, la Iniciativa surgió gracias al inestimable apoyo y asesoramiento del Dr. Jesús Lozano Olivares (especialista en Microbiología, Medicina Preventiva y Salud Pública y experto formador médico, a la sazón hijo y hermano de los Álvaro Lozano antes citados) y a la conjunción inicial con los intereses del empresario de actividades rurales de Losar de la Vera Carlos Antón, a través de Conyegar. El objetivo era la puesta en valor de aquel ingente patrimonio material y, sobre todo, inmaterial, con capitalidad en Navalmoral de la Mata y con dos extensiones destacadas como son el Monasterio de Yuste (donde Carlos V contrajo el paludismo, enfermedad que le causó la muerte) y el Dispensario de El Robledo, como centro asistencial de campo, triangulando un área de especial interés científico, educativo, cultural e histórico.

A pesar de la buena acogida recibida por cuantos organismos e instituciones les presentamos el proyecto (entre otros, Instituto de Salud Global de Barcelona, Fundación Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, la farmacéutica GlaxoSmithKline, asociaciones para el desarrollo de las comarcas de La Vera (ADICOVER) y del Campo Arañuelo (ARJABOR), ayuntamientos de Losar de la Vera, Jarandilla y Navalmoral de la Mata, o Fundación Cultural Concha), en honor a la verdad debo decir que los resultados obtenidos han sido realmente escasos.

Aún y así, de aquel esfuerzo e ilusiones surgió el curso "Europa ante los desafíos globales de la Cooperación al Desarrollo. Erradicación y prevención de enfermedades endémicas: Malaria" celebrado dentro del Campus Yuste 2017, y que organizado por la Fundación Yuste en colaboración con la Universidad de Extremadura y la Iniciativa entre otros, resultó un rotundo éxito.

También fruto en buena parte de aquella idea inicial y gracias a la visión del gerente de Adicover, Quintín Correas, se fraguó la adecuación del dispensario de El Robledo como Centro de Interpretación del Paludismo, lo que permitió a Losar de la Vera incorporarse a los Itinerarios Culturales Europeos de Carlos V.

Y en los últimos tiempos, una placa conmemorativa frente al Palacio de Justicia (antiguo Instituto Antipalúdico) y un tímido anuncio (aunque bienvenido) de una exposición temporal en Navalmoral, con fecha por determinar.

En lo particular, aunque mi objetivo siempre ha sido el de avanzar mucho más en el desarrollo de estos proyectos, convencido como estoy que de trata de un elemento diferenciador de amplio recorrido, doy por bien empleados tiempo, ilusiones y esfuerzos. Y aunque me gustaría poder estar hablando hoy día de otra realidad muy distinta, sí me doy por satisfecho con al menos haber conseguido repescar aquel episodio extraordinario de la historia de nuestra ciudad.

Pero nuestra tierra y nuestras gentes merecen más. Navalmoral de la Mata cuenta con la historia, el prestigio, la capacidad e incluso el deber, no solo de rendir un merecido reconocimiento a todas aquellas personas que dedicaron buena parte de sus vidas -y en muchos casos de su salud- al servicio de la colectividad para atajar una terrible pandemia que cercenó la salud, economía y desarrollo de los municipios y habitantes del valle del Tiétar durante siglos, sino de aprovechar ese valiosísimo poso para impulsar un polo de divulgación histórica y conocimiento científico diferenciador e identificador de las capacidades de Navalmoral y los moralos, con especial atención a la formación y la investigación. El primer centenario del inicio de la lucha oficial contra el paludismo en España hubiese sido una gran excusa para haberle dado la visibilidad que le corresponde.

Curso de formación de 1943 en el Instituto Nacional Antipalúdico de Navalmoral (Foto cedida por familia Lozano Olivares).

Volviendo a la actualidad, durante estos últimos meses se ha destacado en múltiples ocasiones el trascendental e imprescindible papel que sanitarios, médicos y científicos están teniendo en la lucha contra el Covid-19, así como el de aquellos sectores que hemos descubierto esenciales para nuestro cuidado y abastecimiento, entre los que incluimos a las fuerzas y cuerpos de seguridad, alimentación, limpieza y asistencia social. Esperemos que no se nos olvide tan pronto como me temo que nos pasará, a la vista de no pocas actitudes insolidarias, incívicas y de un absurdo egocentrismo.

Con la mirada presente de los esfuerzos titánicos que se están haciendo tanto social como científicamente para vencer la enfermedad del Covid-19, quizá contemplemos y valoremos mejor la gesta alcanzada por aquel entonces.

Juan Carlos Moreno, 28-08-2020

Nota del autor: Este artículo ha sido publicado previamente y de forma extractada bajo el título "Centenario antipalúdico" en la edición impresa del diario HOY Navalmoral correspondiente al mes de Agosto 2020, así como el hiperlocal digital HOY Navalmoral de 26-08-2020, al que podéis acceder mediante el siguiente enlace: "Centenario antipalúdico".