martes, 30 de septiembre de 2014

LAS VILLUERCAS, EN LA EXPO'92, UNAS FOTOS PARA EL RECUERDO

Foto: Juan Carlos Moreno
La Asociación para la Promoción y Desarrollo Rural de la Comarca de Villuercas Ibores Jara ha cumplido 18 años de vida. Así reza en un entrañable tweet de APRODERVI, en el que nos muestra el acta de fundación de la asociación, aquel 26 de septiembre de 1996 en reunión celebrada en Guadalupe.

No puedo más que alegrarme por esta mayoría de edad y felicitar con mi más sincera enhorabuena a todos cuantos han contribuido durante casi dos décadas y siguen haciendo en el presente posible esa ilusión, ese proyecto que surgió de una Extremadura rural y social con muchas ganas de reivindicarse, de crecer y desarrollar nuestros pueblos desde la puesta en valor de sus recursos endógenos, de una manera sostenible y enraizada con el territorio. Y para ser sinceros creo no equivocarme si asevero que en el caso de APRODERVI lo están consiguiendo con nota. Ahí está como magnífico ejemplo el Geoparque Villuercas Ibores Jara. Y también un futuro muy alentador con la puesta en marcha del LEADER 2014-2020, que debe servir para consolidar y llenar de contenido lo mucho y bueno realizado, que es con lo que nos hemos de quedar.

Productos de Las Villuercas Ibores expuestos en la EXPO de Sevilla 1992. Foto: Juan Carlos Moreno
Me acuerdo con mucho cariño de aquellos movimientos, que seguí un poco en la distancia desde mi atalaya periodística en Navalmoral, cubriendo las informaciones para la Agencia EFE y El Periódico Extremadura. Por aquel entonces, APRODERVI se constituyó como Asociación de la comarca de Las Villuercas, mientras que Jara e Ibores llevaban ya unos años trabajando en la misma línea, pero desde ARJABOR, que hasta la finalzación del Leader II fue Asociación para el Desarrollo Integral de las comarcas de Campo Arañuelo, La Jara y Los Ibores (se fundó en 1993). Una constitución que en este caso sí viví muy de cerca y casi en primera persona.

Precisamente de aquellos primeros años embrionarios de lo que después fueron los grupos de acción local que gestionaron los programas Leader en la zona, primero ARJABOR y después APRODERVI, surgió la participación conjunta del nordeste extremeño en la Exposición Universal de Sevilla EXPO'92. Una presencia que se concretó en la Semana que del 1 al 6 de septiembre dedicó el Pabellón de Extremadura (PAEXPO) a las comarcas del Campo Arañuelo, Las Villuercas y Los Ibores, y que contó con la asistencia de un total de 33 municipios.

Se da la casualidad de que el tweet de APRODERVI llegó a mi móvil cuando, coincidencias de la vida, mientras andaba revisando las cajas de fotografías que tenemos en casa, hallé dos fotografías que realicé de aquellos días en el pabellón extremeño en la EXPO'92 en las que se aprecia uno de los stands en los que promocionamos los productos artesanales de Las Villuercas-Ibores, tales como su miel, los vinos de Cañamero, los dulces de Berzocana o los quesos y embutidos de Deleitosa, entre otros productos.

Sirvan pues, como obsequio por estos 18 años de esfuerzos e ilusiones, con modestia y satisfacción, estas Imágenes para el Recuerdo.

Juan Carlos Moreno

domingo, 28 de septiembre de 2014

EL PEDRAFORCA, QUÉ GRAN MARAVILLA

Además de una montaña emblemática para el montañismo catalán, el Pedraforca es una joya de la arquitectura natural. Su altiva presencia otorga a nuestros ojos un espectáculo sin igual. Emociona sólo con verlo.
Foto: Yolanda Fernández

Las primeras lluvias sosegadas y persistentes han traido los primeros frescos del otoño y con ellos ese ambiente especial, esas sensaciones de reposo, de atemperar los ritmos y la vida de cara a los fríos del invierno. Un punto de melancolía que calma los sentidos.

Es un buen momento para adentrarse en uno de los parajes montañosos más espectaculares que he conocido nunca en Catalunya. A primeros de otoño de 2012, mi mujer Yolanda y yo nos acercamos a la comarca del Berguedà a disfrutar de una magnífica "Calçotada" (típica delicatessen gastronómica a base de cebolla tierna asada a la teja y aliñada con salsa Romesco) y un fin de semana de auténtico descanso y desconexión en el hotel rural Campalans, ubicado en un pequeño valle de Borredà. Fue un autèntico festival de calidez, buen trato y exquisita comida.

Al día siguiente, nos decidimos por acercarnos al cercano Parque Natural del Cadí-Moixeró, en un recorrido por los itinerarios más internos de la zona, que nos acercaron a las pequeñas localidades de Sant Jaume de Frontañà, La Pobla de Lillet y a Guardiola de Bergadà. De regreso a Berga, a la altura del Pont del Collet tomamos el desvío que conduce a Saldes. 

Son unos pocos kilómetros por una serpenteante carretera que asciende entre la Sierra d'Ensija y el Cadí, con los bosques que empiezan a ofrecer el típico espectáculo multicolor de la época, fundiendo sus laderas del amarillo al rojo pasando por los verdes más intensos y bellos, para más tarde convertirse en frondosos bosques de magníficas pinedas, hasta alcanzar la pequeña y tranquila población de Maçaners. Superada la localidad, a escasos cien metros, se abre uno de los mayores espectáculos que puede ofrecer la naturaleza: el Pedraforca se abre ante nosotros con toda su magnificencia y altivez, en un vertiginoso ascenso desde el fondo del valle hasta los 2506 metros del Pollegó Superior, punto culminante de este singular macizo.

Desde el privilegiado balcón que se halla a un lado de la carretera, pasamos un buen rato contemplando ensimismados la belleza sin parangón de la montaña y los efectos que las nubes que se ciernen sobre ella provocan.

Satisfechos nuestros sentidos, damos vuelta atrás y regresamos a Maçaners. Es el momento ideal para acabar de deleitar nuestros con un delicioso ágape en Cal Tahona, sencillo restaurante en el que se come bien, se recibe un trato agradable y se disfruta de lo lindo del entorno.

Juan Carlos Moreno, a 28-9-14




jueves, 4 de septiembre de 2014

CAMPDEVÀNOL, QUÉ GRAN DESCUBRIMIENTO

¡Qué espléndida gozada! Campdevànol ha sido un descubrimiento
Joan y Yolanda conversan ante
el centenario Desmai.

     Camino de Ribes de Freser y el Vall de Núria, o en dirección contraria retornando desde el Pirineo gerundés hacia la costa del Maresme, habíamos pasado por allí en docenas de ocasiones, pero con toda sinceridad no nos habíamos detenido nunca. Qué craso error hemos cometido tantas y tantas veces. Cuántas cosas buenas nos hemos perdido durante muchos años.

     Campdevànol, ese sencillo y trabajador pueblo crecido con el alma de una centenaria tradición industrial de la forja a la sombra de la capitalidad comarcal del milenario Ripoll y minorado en la actualidad por la acuciante crisis económica, es hoy día un tranquilo y reposado enclave en el que sosegar el ánimo es bien fácil.

Coqueto y cuidado hasta el extremo, la localidad se nos mostró franca y acogedora gracias a la exquisita hospitalidad de nuestros anfitriones y buenos amigos Joan y Coro que abrieron las puertas de su casa a nuestros corazones. Afecto, sencillez y amistad recibimos a raudales y sólo aspiramos a haberles compensado aunque sea en parte con nuestro cariño.

Yolanda y Joan paseando por la Ruta del Freser
     Tras una exquisita cena y una reparadora noche en el hotel rural La Sèquia Molinar, a la misma entrada de la localidad llegando desde Ripoll, mi mujer Yolanda empieza a desconectar del último año laboral, del que acaba de tomar las vacaciones. Un frugal desayuno abre la jornada. La matinal sabatina que nos habían preparado nuestros amigos nos permitió descubrir referencias de la localidad como el Hospital, la Iglesia de Sant Cristòfol, el Ayuntamiento, el Centro Cívico “La Confiança” (significativo y definidor nombre, que dice mucho de su población) o la Sala Diagonal, la casa teatral de nuestro querido Joan Murillo. Y al igual que en el callejear pudimos comprobar la bondad de las gentes de Campdevànol, el recorrido por la Ruta del Freser, en su tramo entre el Pont Vell y la Font del Tòtil, nos permitió disfrutar de un entorno natural muy bien estructurado e integrado en los límites del casco urbano.

   Es sabido que el caminar no está reñido con el buen yantar. Así que, tras el agradabilísimo paseo que nos ocupó hasta mediodía, nos dispusimos a deleitar una más que apetitosa barbacoa con que nos obsequiaron nuestros anfitriones hasta que la lluvia pertinaz y puntual empañó los cristales del acogedor salón donde discurrió la tarde entre charlas, amistad y el remanso de paz que transpiran Joan y Coro del que nos dejamos contagiar sin ambages.

            Volveremos.


Juan Carlos Moreno, 4-9-14