domingo, 14 de mayo de 2017

UNAS HORAS EN EL PUEBLO

Parque Municipal Casto Lozano (foto: Juan Carlos Moreno)






Sentirme en casa. Esa es la sensación que me quedó tras pasar unas horas (sí, apenas unas horas) de nuevo en Navalmoral de la Mata.

Fue hace unos pocos días. Una visita rápida para gestionar unos asuntos, ida y vuelta en el mismo día. Pero tuve tiempo suficiente para reencontrar viejos amigos y conocidos; para recrearme en ese ambiente de la ciudad morala que me imbuye una apaciguadora sensación de pertenencia, de sentirme en casa. Una sensación que me activa el ánimo.

Nada más bajar del autobús, lo primero que hice fue salir de los andenes, cruzar el paseo de la estación y adentrarme en el Parque Municipal Casto Lozano. En silencio, roto estruendosamente por los centenares de pajarillos que anunciaban el inminente alba, pasee calmadamente por sus callejas de una tierra empapada por los últimos chubascos recién caídos, pensando en Yolanda, mi mujer, y lo mucho que le habría gustado compartir estas sensaciones conmigo, morala por los cuatro costados ella que se siente. Ella tuvo que quedarse trabajando en Barcelona, aunque su ánimo me acompañó en todo momento. 

Cuántos y cuántos días habríamos llegado a pasear por aquel parque, llevando a jugar a nuestros hijos cuando eran pequeños, dando vueltas al mismo a la carrera, compartiendo espacio con los pequeños atletas entrenados por Víctor, en lo que fuera el embrión del club de Atletismo de Navalmoral; disfrutando del relente durante las noches de verano, o sentados en alguno de sus bancos, viendo pasar la tarde acurrucados en nosotros mismos. Fueron instantes de recuerdos muy agradables y de nostalgia, pero también de una gran serenidad.

Levantó el día y Navalmoral empezó a despertar, y con ella una jornada intensa y llena de emociones. Tras gozar de la siempre dispuesta hospitalidad de mis buenos amigos Miguel Ángel y Sole, inesperadamente y fuera de guión me topé con Jose y Javi, mis payasos favoritos. Hacía pocos meses que no nos veíamos, ya que habíamos acudido a su actuación en Cornellà (Barcelona) dentro del Festival Internacional del Circo. El alegrón fue tremendo. Y los recuerdos me llevaron a aquellos años en que ambos eran guía para nuestros hijos durante los primeros campamentos urbanos de verano de Navalmoral. También me trajeron a la memoria al Pirata Malapata, los pinitos de Asaco en Canal 25TV, nuestra televisión local, cuando tuve la ocasión de dirigirla. 

Al ser viernes y a pesar de los intermitentes chaparrones, me acerqué al colegio Campo Arañuelo, primera escuela de mis hijos y pasee por el mercadillo, en busca de José Luis y Silvia, aunque sin fortuna en este caso.

Después me pasé a saludar a varios viejos compañeros, cuya amistad forjamos durante los seis años en que compartimos lugar de trabajo. La emoción sobrevino al reencontrarme con Sara, con quien había pasado cientos de interminables horas, de las que quedó una inquebrantable amistad. Aunque habíamos hablado por teléfono en alguna ocasión, hacía años, muchos años, que no nos habíamos vuelto a ver. Pero Sara sigue igual, como siempre. 

De esas horas me llevo en el corazón el buen rato que pasé con Toñi y con Jandro (todo un hombre ya; le recordaba de mozuelo) repasando aquellos años en que coincidimos en la casa y poniéndonos al día; pero sobre todo hablando de Navalmoral, de ese sentimiento de arraigo que nos une. Y con Raquel, una afable mujer ya muy distinta a aquella niña que conocí cuando compartíamos buenos ratos con su madre y sus tíos. Y el sincero abrazo de Manolo, con quien compartí años atrás también un buen montón de situaciones. Y de nuevo, esa sensación de encontrarme en casa.

Satisfecho y emocionado por los reencuentros, antes de concluir mi rápida y breve visita a Navalmoral todavía me quedó tiempo para visitar a Higinio, disfrutar con las bravas, magro y un poco de morro del Manzano, y pasar por la Charcutería Extremeña de Sagrario para cargar con un quesito de pimentón, un manjar que le encanta a mi Yolanda y que estaba destinado a ser deleitado nada más llegar a Barcelona.

Fueron horas de intensa emoción las que viví y que por siempre llevaré ya en mi memoria. Fueran horas en las que pude confirmar de nuevo que Navalmoral es nuestra casa.

Juan Carlos Moreno, 14-5-2017