miércoles, 22 de octubre de 2014

LA DEHESA SE PREPARA PARA UNA NUEVA INVERNADA

Vereda de Casatejada a Toril, con el Palacio de las Cabezas al fondo. Foto: Juan Carlos Moreno
Miro el tiempo en Navalmoral de la Mata: todavía 27 grados actuales y unas mínimas de 20. De escándalo para las fechas que corren. Pero el calendario sigue su curso, el otoño pronto nos adentrará los primeros fríos, las lluvias persistentes y las primeras nieves cubrirán las cumbres de Gredos.

Las temperaturas se endurecerán y el agua empapará los suelos quemados por el estío. Las extensas dehesas arañuelas se vestirán progresivamente con un acogedor manto verde a la espera de que encinas y alcornoques concluyan la maduración otoñal de sus frutos y salpiquen de bellotas el suelo.

Así, siguiendo el ciclo natural, en unos pocos días, en unas semanas a lo sumo, a golpe de frío, sol y agua, ese hábitat tan particular de Extremadura y del Campo Arañuelo que es la Dehesa, se va preparando para la invernada y para recibir a los nuevos contingentes de rebaños de la trashumancia, que llegarán por el Puerto del Pico huyendo de las frías comarcas abulenses y leonesas.
Los rebaños trashumantes atraviesan la Cañada Real por Navalmoral camino de su invernada en las dehesas arañuelas.
Foto: Juan Carlos Moreno

Lo harán a través de la Cañada Real Leonesa Occidental, que entra en nuestra comarca por la Casa del Venturo, en el límite con la provincia de Toledo y tras recorrer 54,5 km por tierras arañuelas la abandona en el Puerto de Miravete, camino de los llanos trujillanos. Por el camino, habrá derivado las cabezas de ganado hacia las distintas dehesas de la comarca a través de cordeles y veredas, en una red sofisticada de la que hablaré en otro artículo.

Durante la creación de la red de senderos de Arjabor tuve la ocasión de descubrir y disfrutar muchos rincones magníficos que nos ofrecen las dehesas arañuelas. Pasear por suaves alfombras verdes entre centenarios encinares y alcornocales, desnudos de su abrigo de corcho; mezclarse con los rebaños de merinas camino de su pastura invernal, o sentarse paciente a contemplar el vuelo de cigüeñas y garzas e incluso el paso de las grullas, deleitando un tranco de pan, amenizado de buen queso y longaniza son exquisitos placeres que nos brinda la dehesa arañuela para colmarnos de una serena paz interior.


Juan Carlos Moreno, 22-10-14

5 comentarios:

  1. Me apetece un tranco de pan con queso y observar, junto a ti, el añorado vuelo de las cigüeñas...

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  2. Ya tengo preparado el zurrón, el queso, las cigueñas y toda nuestra tierra para vivirla juntos

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