domingo, 17 de noviembre de 2013

UN ESPECTÁCULO INUSUAL

¡Qué belleza más exuberante! Ha nevado intensamente hace unas horas sobre el Montseny. También lo hizo a pie del litoral catalán la noche anterior, cubriendo toda la sierra costera de un manto blanco no visto desde hace varios años. Son las postrimerías de un febrero poco habitual, bastante caluroso y seco, lo que nos coge por sorpresa a todos a pesar de los avisos insistentes realizados por los servicios meteorológicos catalanes.

Como no queremos dejar pasar el momento, cogemos botas, jerséis, guantes y gorros y nos dirigimos a la cercana Cadira del Bisbe, en el corazón del Parque Natural de la Serralada de Marina, donde hoy crece de manera exponencial el número de visitantes al monte más cercano a los municipios playeros del bajo Maresme.

El paisaje resulta sorprendente; no es nada habitual poder contemplar los densos bosques de pino Carrasco con sus ramas cubiertas de blanco, ni los taludes y arenales de granito descompuesto ocultos bajo varios centímetros de nieve.

Junto a mi mujer Yolanda y nuestro hijo Genís estamos disfrutando desde hace un buen rato de esta nevada extraordinaria. Es entonces cuando se produce uno de aquellos instantes mágicos que sin buscarlo te encuentran y se quedan grabados en tu mente para siempre. Es mediodía, el cielo que amaneció cubierto se ha tornado en un azul esplendoroso y nítido. El sol luce y la temperatura del ambiente empieza a recuperar niveles moderadamente cálidos, lo que provoca que la humedad asentada en el suelo se eleve por evaporación, mientras que bajo los pinos y encinas de la Sierra de Sant Mateu arrecia una lluvia brillante que proviene de la nieve acumulada sobre ramas y hojas, que funde rápida, intensa y pertinaz.
   
Asemejando a la nieve y como invitados por el momento, Yola y yo nos fundimos en un cálido abrazo y dirigimos juntos la mirada hacia el cielo para contemplar extasiados las gotas diamantinas que lagrimean constantes de las copas de los árboles que nos circundan. Son instantes de profundo placer; de una gran paz interior que nos llena de complicidad y nos hace sentir gratificados con nosotros mismos y con la Naturaleza por permitirnos disfrutar de tan maravilloso e inusual espectáculo a escasos centenares de metros de nuestra Mediterránea.

                                                         
                                               Juan Carlos Moreno, a 3-3-13

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