viernes, 1 de noviembre de 2013

RETORNO A AUGUSTOBRIGA

Luce una espléndida mañana de primavera. El sol brilla alegre sobre Valdecañas. Invita al sosiego y al disfrute profundo e intenso de la Naturaleza, ésa que explota en toda su magnitud a pies del Mar de Extremadura.

Recostados sobre los milenarios “Mármoles de Talaverilla” seguimos con la mirada la cautivadora silueta de una cigüeña que cruza elegante el limpio cielo en busca de sustento para sus polluelos que ya asoman la cabeza en los nidos construidos sobre las ruinas de la Iglesia de Santa María de la Mata, origen de la comarca del Campo Arañuelo. Unos metros más abajo un somormujo vuela rasante sobre la superficie calma del embalse hasta reposar en su plateado manto que brilla como si no tuviese que volver a hacerlo nunca más. En la ribera, de levante a noreste, la rica dehesa arañuela viene a hincar sus raíces en esta basta extensión de agua, donación del Tajo para el desarrollo de las gentes y pueblos de la zona. Y al norte, presidiendo el espectáculo, las impresionantes cumbres de Gredos aún nevadas. Ante tal magnificencia  natural el mundo parece detenerse y una profunda sensación de placidez, satisfacción y felicidad embarga mi espíritu.

Todo ha cambiado y nada lo ha hecho desde que hace casi veintitrés años vimos por primera vez este espectáculo y descubrimos esas cinco columnatas que nos recuerdan que un día, unos dos mil años atrás, formaron parte del foro romano de la ciudad de Augustóbriga, la más importante del Imperio en la zona; que posteriormente allí creció un pueblecino que se llamó Talavera la Vieja (Talaverilla) y que a principios de los años 60 del siglo pasado contribuyó al futuro con la inundación de sus tierras y su historia bajo las aguas del embalse que ahora debe ser fuente de vida para tantas y tantas gentes del nordeste de Extremadura y del Arañuelo toledano.

Gozosos por esos excelentes instantes vividos decidimos redondear la especial jornada con unas buenas raciones de oreja, ibéricos y bravas en el bar Manzano, establecimiento regentado por el talaverino José Luís y el bejarano Higinio en la Plaza Vieja de Navalmoral y parada obligada para cuantos deseen disfrutar de lo auténtico. Todo un gozo.


                                                                                          Juan Carlos Moreno, a 15-4-12

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